jueves, 14 de agosto de 2014

Redención (Tyrannosaur) o de como la esperanza puede iluminar hasta en la más fuerte de las oscuridades.

 Redención (Tyrannosaur) es una película que dirige Paddy Considine (2013) que nos lleva a explorar de una forma trágica los rincones más profundos del ser humano, esos que hacen que muchas veces el apelativo humano carezca de sentido pues nos convierte en seres ávidos de violencia y cargados de ira.
Extraída de http://multimediabots.wordpress.com/2011/08/28/preparate-potter-porque-llega-la-que-posiblemente-sea-la-mejor-pelicula-britanica-del-ano/#more-392 (14/08/2014). El cartel es muy simbólico ya que se muestra a nuestro protagonista entre dos árboles, símbolos de regeneración y sobre un dinosaurio, rastro de su antigua vida.
La opera prima de este director empieza de una forma del todo descarnada que nos muestra la tesis de la película. Un hombre de nombre Joseph se deja apoderar por su ira y, tras una discusión en un bar, mata a su perro a patadas (escena que no se muestra en pantalla pero que solo la idea de esto hace conmover hasta el último pedazo de tu alma) no siendo esta la ultima vez que nuestro protagonista se deja dominar por sus más bajos instintos y es que el recurso del perro es muy ilustrativo para rasgar en la personalidad del personaje ya que en ciertos momentos de la película se ve reflejados en los perros. De esta forma, durante la película llegará a exclamar “tú no tienes la culpa amigo” a otro perro que poco después matará pues el animal ha absorbido la violencia de su amo y ha atacado a un niño, un alma pura que ni siquiera puede escapar de la violencia que le rodea y que tarde o temprano terminará abrazando. Por ende, los perros, al igual que los niños, se nos muestran como elementos inocentes que pierden esa inocencia al verse empapados de la violencia en la que viven.
De esto se trata el film, de la violencia que subyace en el propio ser humano y es que en Redención (Tyrannousar) todo se ve influido por la destrucción entre personajes y en los mismos personajes en una cinta donde parece que lo sucio empozoña hasta el último halo de esperanza del espectador y mitiga la propia alma humana ya que P. Considine se alza como un director de cine capaz de sobrecoger al espectador desde una técnica narrativa simple en esencia pero profundamente desgarradora donde nos presenta (en este film) a dos almas perdidas que intentan redimirse continuamente pero que el hábitat donde se encuentran se lo impide pues se hallan en un entorno de máxima violencia física y emocional para ambas donde la maldad, la humillación y la difícil redención de estos personajes vuela sobre el espectador junto a sentimientos de dolor, venganza y amor.
El film, en consecuencia, dibuja a unos personajes enajenados y derrotistas que se dejan llevar por este mar de lágrimas que es el mundo pero a medida que van pasando los minutos del largometraje vamos observando un cambio, una catársis en el protagonista Joseph. Una catársis que viene de otra alma errante encarnada en una modesta dependiente que se refugia en la religión para escapar de su día a día (aunque esto no le sirva como en la escena donde Hannah, tras recibir amenazas de una futura paliza, lanza un objeto hacia una imagen de Cristo espetándole que no la protege “¿y tú qué miras?”). Dicha mujer es ultrajada, violada y ninguneada por un marido que de puertas hacia fuera se muestra como el hombre perfecto. Es en esencia una figura que no deja salir su rabia, guardándosela, acumulándola, por el miedo que siente hacia su marido y, que finalmente, estallará sin control alguno dejándose dominar por sus diablos internos que proyectará a esa persona que tanto la maltrataba.
Ante esta situación, Joseph y Hannah se encuentran. Son dos almas solitarias que parecen que encajan desde un principio a pesar de sus profundas diferencias y gracias al amor/amistad (un recurso literario universal, el amor como elemento civilizador) que empieza a nacer entre ellos. Parece que ambos personajes consiguen escapar de sus sombras para ir retornando a ese camino que se nos ha dado la oportunidad de hacer porque, aunque no lo parezca, esta producción cinematográfica lanza un alegato último a la esperanza, una esperanza que puede llegar incluso hasta el noveno círculo del infierno que diría Virgilio ayudando a Dante. Un halo de luz que llega a estas dos personas descarriadas (por distintos motivos) gracias al cariño, la ternura y el amor que nace entre ellas como prueban la escenas finales donde Joseph al fin sale de la cárcel (lo que parece ser una muerte simbólica que da fruto a una nueva vida equidistante a la anterior que había vivido) y se encuentra con su ángel de la guarda, Hannah, en una escena donde la cámara va girando alrededor de Joseph y Hannah que, sin hablar, nos transmiten la ternura y cariño que sienten el uno por el otro. La película termina, finalmente, con Joseph, trajeado como si de una nueva persona se tratara (baste destacar que al principio de la película se nos muestra desaliñado en contraposición a esta escena final), alejándose por una carretera recta, rodeada de verde que parece que lo lleva al Paraíso. Al fin ha encontrado su camino, gracias a Hannah, y ya no saldrá de él gracias a ese pequeño don que no consiguió salir de la caja de Pandora y que siempre debemos saber valorar hasta en nuestros más oscuros momentos, la esperanza.
Para despedirnos os dejamos la magnífica banda sonora que suena al final de esta impactante película: https://www.youtube.com/watch?v=FnPDC0l9vAQ

José Ángel Castillo Lozano 

viernes, 21 de marzo de 2014

En busca del fuego: reminiscencias prometeicas a un proceso civilizatorio.

La película realizada por Jean-Jacques Annaud en 1981 presenta muchos conceptos e ideas que son algo natural a la naturaleza intrínseca del ser humano. Su propio título: “En busca del Fuego” (nombre original: “La guerre du feu”) nos indica el verdadero protagonista de la película que no es otro que el fuego. Esto a su vez nos revela la tesis principal de la película que no es otra que el devenir del ser humano, su continua evolución a partir de ciertos elementos civilizadores, en este caso, este elemento es el fuego, un fuego que al mismo tiempo, nos hace rememorar aquel mito que nos relata el poeta griego Hesíodo en su obra Teogonía. Dicho mito es el de Prometeo, aquel Titán amigo y creador de los seres humanos que desobedeció los mandatos de los dioses y robó el fuego para dárselo a la humanidad.


Imagen extraída de http://www.moviesdvdr.com/en-busca-del-fuego-dvdr-descargar-torrent-675.html (consultado el 21/03/2014). He decidido poner este cartel porque es el que a mi juicio más se adapta a la esencia de la película.
Estamos viendo cómo el fuego es esencial. Los primeros minutos del largometraje así nos lo muestra. La importancia que tiene el fuego es vital para el microcosmos que conforma la tribu prehistórica “protagonista” de la película ya que con el fuego pueden protegerse de animales salvajes, pueden fabricar herramientas con las que adaptarse mejor al medio, pueden calentarse, etc. De hecho, hasta vemos una especie de pseudo-sacerdote cuya única función era mantener vivo el fuego pues había un atisbo de veneración a este elemento al depositarlo en una especie de altar móvil. Resumiendo, vemos como el fuego se vincula directamente con el hecho de ser o no ser civilizado. De esta forma, se aprecia la manera en que una tribu de casi primates que nada se parece al ser humano ataca a esta tribu. Como ya he dicho, esta tribu atacante no aparecen como seres humanos porque no lo son, son bárbaros, por el hecho de no conocer el regalo de Prometeo a la humanidad.
Hemos introducido una nueva idea, que es la visión del otro, del extraño, del extranjero. La ciencia que estudia la visión de culturas distintas desde la óptica de otra cultura recibe el nombre de alteridad (proviene de alter que significa otro). Esta alteridad estará muy presente en esta producción cinematográfica, ya que la expedición que va en busca del fuego perdido irá viendo distintas tribus y clanes con diferentes costumbres que les asombrarán y sorprenderán, todo esto se reflejará en una especie de mundo como diría el filósofo alemán A. Schopenhauer a “voluntad y representación” de esta expedición conformada por los tres individuos protagonistas de esta producción. A su vez, este film nos mostrará distintas tribus con distintos estadios evolutivos que vendrán dados por la relación que tengan con el fuego. Así, nos muestra a esos primates que no tienen apenas rasgos de humanos al no conocer el fuego, por otro lado, tenemos a la tribu “protagonista” que ya si tiene cierta organización, un lenguaje y ciertos atisbos de creencias religiosas al conocer el fuego y, finalmente, nos encontramos una comunidad de “Homo Sapiens” que tienen ya cabañas, una jerarquía social clara así como un sistema de creencias establecido (como son la escena de la fertilización de mujeres o la incineración de sus muertos que no hemos de olvidar, se realiza con fuego) ya que no sólo conocen el fuego sino que son capaces de controlarlo.
Ya hemos mencionado cómo la tribu “protagonista” fue atacada por una serie de casi primates. Durante este ataque, la preciada reliquia del fuego se consume y se pierde. Esto generará que haya una especie de asamblea cuya decisión será mandar a tres miembros de la comunidad en busca de este gran tesoro, vital para su supervivencia. Estos tres personajes se embarcarán en una gran odisea en busca del fuego, este camino conformará todos los tópicos del llamado “camino del héroe” debido a que se establecerá una especie de camino iniciático que hará de estos personajes auténticos héroes para su tribu debido a que no sólo encontrarán el gran tesoro sino que adquirirán la técnica para poder crearlo y dominarlo. 
Imagen extraída de http://www.museuprehistoriavalencia.es/ficha_exposicion.html?cnt_id=3945 (consultado el 21/03/2014)
En conclusión, se han convertido para su tribu en héroes civilizadores que traen una serie de nuevas sabidurías que hará cambiar el imaginario colectivo tribal. Este cambio cristalizará en el alcance de un estadio evolutivo superior que les permitirá establecer una relación distinta a la que venían teniendo con la naturaleza ya que hasta entonces, el ser humano era un mero engranaje de este gran cosmos que es el mundo teniendo incluso que huir de animales salvajes (como la escena en la que huyen de los dientes de sable). Sin embargo, con el dominio del fuego esta relación cambia radicalmente pues ahora el ser humano es el amo y señor de la naturaleza. Esta nueva situación nos pone en la pista del ancestral conflicto técnica-creador que tan bien se ha presentado en películas como Blade Runner y que tan latente estaba en la época en que se estrenó la película (estamos en los años de la Guerra Fría y del miedo ante un posible holocausto nuclear).
Otros aspectos interesantes que se dan en este viaje iniciático es el origen de la risa y el amor como elemento civilizador, ambos conceptos guardan una estrecha relación pues su surgimiento viene dado por un grado de complejidad cada vez mayor que van adquiriendo los protagonistas a medida que transcurre su camino. Esto les lleva no sólo a centrarse en su supervivencia sino a acoger y crear sentimientos cada vez más complejos que los convierte en algo más que simples animales. Paradigmático al respecto son las escenas finales dónde vemos como los tres amigos y la chica “sapiens” empiezan a reírse entre ellos o, la escena final, donde uno de los tres aventureros abraza y cobija a la mujer que se unió a ellos entre sus brazos mostrando un amor, un sentimiento complejo que en cierta forma nos distingue del reino animal.
Para finalizar, hemos visto una película que defiende la tesis de un proceso evolutivo y civilizador positivo, su antítesis la podríamos encontrar en el Planeta de los Simios (1968). Para defender esta tesis, nos hace rememorar con gran acierto las aventuras de un grupo de antepasados para llegar a controlar el fuego. Durante estas aventuras irán aflorando una serie de ideas y conceptos, ya explicado, que se han venido dando a lo largo de toda la historia de la humanidad y que se siguen manteniendo en nuestros tiempos.

PD: me gustaría agradecer a la Asociación Cultural Civitas Mar Menor por haberme ofrecido realizar un coloquio acerca de esta película en una de sus sesiones de Cineforum.

PD2: Aquí os dejo un enlace de un trabajo más amplio y publicado en la revista El futuro del pasado acerca de esta película y de mi autoría: http://www.elfuturodelpasado.com/ojs/index.php/FdP/article/view/195/191

José Ángel Castillo Lozano

jueves, 6 de febrero de 2014

Las "Etiópicas" de Heliodoro

La crisis de valores de la etapa clásica producirá que el pueblo se cobije en distintas doctrinas de salvación destacando, las doctrinas post-clásicas y distintos tipos de religiones mistéricas que como W. Buerkert dice: “son una forma de religión personal que depende de una decisión privada y aspira a alguna forma de salvación por la aproximación de lo divino”. Esto se reflejará en el nacimiento de la novela como expresión artística (Hidalgo, 1988: 175).

Este tipo de novelas, presentan una serie de tópicos que, básicamente, son los siguientes: una pareja de jóvenes de belleza divina y de familia acomodada que se enamoran mutuamente; un dios que se interesa por ellos y los elige para que se consagren e inicien en sus sagrados misterios; pero antes de que lleguen a la unión mística con la divinidad tendrán que realizar un camino iniciático que les hará dignos de recibir el respaldo de este dios; el regreso a su país y la consagración de su vida a la plegaria y culto de esta divinidad (Crespo, 1979: 21). Una serie de tópicos que en el caso de no ser seguidos, las novelas, corrían el riesgo de perderse en el inexorable paso del tiempo.

Tras esta pequeña introducción, vamos a pasar a hablar de esta novela tardorromana publicada en la ed. Gredos.



Las Etiópicas de Heliodoro, cuya composición es deudora de la Odisea (Crespo, 1979: 30-31) con recursos como “media res” (Hilton, 1998: 79), cumplirán punto por punto los tópicos que aquí acabo de enumerar y, sutilmente, nos relata la iniciación en la religión mistérica de Helios donde, bajo la perspectiva de un espiritualismo platónico-pitagórico, se refleja como el alma cae de un sitio divino a otro donde soportará el dolor y el sufrimiento del mundo hasta su muerte. Tras esta, el alma va a una “sorte migliore” (Janni, 1987: 10) y es que como dice también Hidalgo (1988: 179) el alma está en este mundo pero es su deber irse. Por ello, los protagonistas de esta novela buscarán regresar a un sitio ubicado en los confines del mundo y que ofrece toda una serie de connotaciones de lugar utópico donde el alma podrá reposar fuera de toda desesperación y sufrimiento que le aguardaba en el mundo terrenal si se me permite este concepto. Gracias a estas novelas, podemos conocer de manera más certera, cómo dice P. Grimal, la vida cotidiana del paganismo, el imaginario presente en las clases sociales predominantes, y no tanto las de las élites sociales, de este turbulento periodo, pues las Etiópicas se datan entre los S. III y IV d. C.

En las Etiópicas, también conocidas como Teágenes y Cariclea , nuestro novelista, nos contará la historia de Cariclea, una muchacha nacida de la estirpe real etíope y educada bajo la atenta mirada de Helios-Apolo en Delfos que será reconducida, tras un largo errar y superando muchas pruebas, a su tierra natal, Etiopía, “la tierra oscurecida por el sol” del oráculo. Esta tierra es el lugar protegido del dios Helios y Selene, patria de la sabiduría divina y donde viven los más justos de los hombres cuya vida consagran a la nobleza, al bien y a su dios tutelar y es que no debemos olvidar, que esta novela griega, nos muestra un viaje y, posterior, rito iniciático en la religión mistérica de Helios, de origen sirio. El modelo de estos hombres se parece mucho al de los sabios anacoretas indios y es que, seguramente nuestro autor, conocía el relato de Onesícrito y realizó una extrapolación de las características de estos indios a los etiopes (Janni, 1987: 11).

Durante el transcurso de las diversas aventuras que tienen Cariclea y su amante, el “dios supremo” Helios les guiará. He dicho “dios supremo” porque la construcción de Heliodoro es una mezcla de la doctrina neoplatónica, con especulaciones platonizantes y con creencias vetero-pitagóricas (Janni, 1987: 9). En ella, Helios se muestra como el dios supremo, por debajo suyo, encontraríamos dioses visibles entre los astros y, tras estos, una esfera de seres divinos (“di esseri intermedi demonici”) que intervienen en el fatum de los seres humanos. Y es que el cosmos de las religiones está muy presente en esta obra, ejemplos tenemos varios, así Cariclea se presenta con todos los atributos de Artemisa; Helios y Selena tendrán sus equivalentes humanos en Teágenes y Cariclea; Cariclea aparecerá llorando y abrazando a su amante cuando este ha sido atacado por piratas como si de Isis abrazándo a Osiris se tratara (imagen que luego absorberá también la Virgen María); Teágenes aparecerá en una escena con todos los atributos de Mitra, dios solar como Helios, etc.

Como ya he dicho anteriormente, la providencia guía y tutela el viaje de Cariclea y Teágenes. Esto está presente en muchos pasajes de esta obra pero, tal vez, los más paradigmáticos al respecto sean el episodio de la ordalía donde Cariclea es acusada de asesinato y se la condena a arder en la hoguera, sin embargo, tras realizar unas plegarias consigue escapar a las llamas (se trata de una ordalía, de un juicio de los dioses). Otros de los pasajes más claros al respecto son los del oráculo y los del sueño, en concreto, el cuarto sueño (Fernández, 2010: 240-241) donde un águila (metáfora de Teágenes) vuela hacia el destino de esta pareja en los confines de la Tierra, al país de Etiopía. Otro interesante aspecto, es el que realizan Cariclea y Teágenes en el que prohíben los sacrificios humanos pues al dios le molestan y empiezan a realizar plegarias y a utilizar solo incienso. Así, a partir de ahora, estarán prohibidos los sacrificios de animales y la ingesta de vino pues ambos, según la perspectiva shopenhaueriana y nietzscheana de la violencia como hilo conductor de la historia que tiene W. Burkert, representarían la carne y la sangre, una metáfora del sacrificio humano, una ritualización de éste. Esto lo realizan porque se presentan como instrumentos que la providencia utiliza para sus intereses.


Resumiendo, la novela de Heliodoro, de la cual se han vertido ríos de tinta, manifiesta una extremada elaboración y una tremenda complejidad pues alterna recursos de la literatura clásica en una época de transformación, no sólo políticas y económicas, sino en el propio imaginario. Dejando de lado los aspectos meramente formales, podemos ver como la novela destila numerosos aspectos religiosos, escapistas y útopicos, siendo estos dos últimos los que mayormente nos interesan. El fin último de la odisea que viven los amantes es regresar a su país natal, algo que Heliodoro nos dice en mitad de la novela. Este país natal, que es Etiopía, presenta toda una serie de tópicos propios de un lugar ubicado en los confines del mundo que cumple las características de un lugar utópico. Vemos pues, como un lugar común propio de la literatura clásica, se refleja en esta literatura más tardía bajo unos mismos preceptos y cumpliendo una función escapista y de crítica a la sociedad vigente. Así, Etiopía, es un lugar de ancestral sabiduría que lo habitan los más sabios y justos de los hombres ya que, a su vez, los dioses (en este caso Helios-Selene) los tutelan y protegen.

José Ángel Castillo Lozano

Fuente:
HELIODORO, Las Etiópicas o Teágenes y Cariclea. Ed. Gredos. Madrid.1979.

Bibliografía:
CRESPO GÜEMES, E. (1979): “Introducción general”, en HELIODORO, Las Etiópicas o Teágenes y Cariclea. Ed. Gredos. Madrid. pp. 7-61.
FERNÁNDEZ GARRIDO, R. (2010): “Los sueños en la novela griega: Heliodoro” en Emerita, Revista de Lingüística y Filología Clásica (EM) LXXVIII. pp. 231-248.
HIDALGO, M. J. (1988): “Los misterios y la magia en las Etiópicas de Heliodoro” en Studia Historica. Historia Antigua 6, pp. 175-188.
HILTON, J. (1998): “An Ethiopian Paradox: Heliodorus, Aithiopika 4.8” en en HUNTER, R. L. (ed.), Studies in Heliodorus, Cambridge, Cambridge Philological Society, pp. 79-92.
HUNTER, R. L. (1998): “The Aithiopika of Heliodorus: beyond interpretation?”, en HUNTER, R. L. (ed.), Studies in Heliodorus, Cambridge, Cambridge Philological Society, pp. 40-59.
JANNI P. (1987): Il romanzo greco. Guida storica e critica. Ed. Laterza. Roma. pp. 5-26.