jueves, 6 de febrero de 2014

Las "Etiópicas" de Heliodoro

La crisis de valores de la etapa clásica producirá que el pueblo se cobije en distintas doctrinas de salvación destacando, las doctrinas post-clásicas y distintos tipos de religiones mistéricas que como W. Buerkert dice: “son una forma de religión personal que depende de una decisión privada y aspira a alguna forma de salvación por la aproximación de lo divino”. Esto se reflejará en el nacimiento de la novela como expresión artística (Hidalgo, 1988: 175).

Este tipo de novelas, presentan una serie de tópicos que, básicamente, son los siguientes: una pareja de jóvenes de belleza divina y de familia acomodada que se enamoran mutuamente; un dios que se interesa por ellos y los elige para que se consagren e inicien en sus sagrados misterios; pero antes de que lleguen a la unión mística con la divinidad tendrán que realizar un camino iniciático que les hará dignos de recibir el respaldo de este dios; el regreso a su país y la consagración de su vida a la plegaria y culto de esta divinidad (Crespo, 1979: 21). Una serie de tópicos que en el caso de no ser seguidos, las novelas, corrían el riesgo de perderse en el inexorable paso del tiempo.

Tras esta pequeña introducción, vamos a pasar a hablar de esta novela tardorromana publicada en la ed. Gredos.



Las Etiópicas de Heliodoro, cuya composición es deudora de la Odisea (Crespo, 1979: 30-31) con recursos como “media res” (Hilton, 1998: 79), cumplirán punto por punto los tópicos que aquí acabo de enumerar y, sutilmente, nos relata la iniciación en la religión mistérica de Helios donde, bajo la perspectiva de un espiritualismo platónico-pitagórico, se refleja como el alma cae de un sitio divino a otro donde soportará el dolor y el sufrimiento del mundo hasta su muerte. Tras esta, el alma va a una “sorte migliore” (Janni, 1987: 10) y es que como dice también Hidalgo (1988: 179) el alma está en este mundo pero es su deber irse. Por ello, los protagonistas de esta novela buscarán regresar a un sitio ubicado en los confines del mundo y que ofrece toda una serie de connotaciones de lugar utópico donde el alma podrá reposar fuera de toda desesperación y sufrimiento que le aguardaba en el mundo terrenal si se me permite este concepto. Gracias a estas novelas, podemos conocer de manera más certera, cómo dice P. Grimal, la vida cotidiana del paganismo, el imaginario presente en las clases sociales predominantes, y no tanto las de las élites sociales, de este turbulento periodo, pues las Etiópicas se datan entre los S. III y IV d. C.

En las Etiópicas, también conocidas como Teágenes y Cariclea , nuestro novelista, nos contará la historia de Cariclea, una muchacha nacida de la estirpe real etíope y educada bajo la atenta mirada de Helios-Apolo en Delfos que será reconducida, tras un largo errar y superando muchas pruebas, a su tierra natal, Etiopía, “la tierra oscurecida por el sol” del oráculo. Esta tierra es el lugar protegido del dios Helios y Selene, patria de la sabiduría divina y donde viven los más justos de los hombres cuya vida consagran a la nobleza, al bien y a su dios tutelar y es que no debemos olvidar, que esta novela griega, nos muestra un viaje y, posterior, rito iniciático en la religión mistérica de Helios, de origen sirio. El modelo de estos hombres se parece mucho al de los sabios anacoretas indios y es que, seguramente nuestro autor, conocía el relato de Onesícrito y realizó una extrapolación de las características de estos indios a los etiopes (Janni, 1987: 11).

Durante el transcurso de las diversas aventuras que tienen Cariclea y su amante, el “dios supremo” Helios les guiará. He dicho “dios supremo” porque la construcción de Heliodoro es una mezcla de la doctrina neoplatónica, con especulaciones platonizantes y con creencias vetero-pitagóricas (Janni, 1987: 9). En ella, Helios se muestra como el dios supremo, por debajo suyo, encontraríamos dioses visibles entre los astros y, tras estos, una esfera de seres divinos (“di esseri intermedi demonici”) que intervienen en el fatum de los seres humanos. Y es que el cosmos de las religiones está muy presente en esta obra, ejemplos tenemos varios, así Cariclea se presenta con todos los atributos de Artemisa; Helios y Selena tendrán sus equivalentes humanos en Teágenes y Cariclea; Cariclea aparecerá llorando y abrazando a su amante cuando este ha sido atacado por piratas como si de Isis abrazándo a Osiris se tratara (imagen que luego absorberá también la Virgen María); Teágenes aparecerá en una escena con todos los atributos de Mitra, dios solar como Helios, etc.

Como ya he dicho anteriormente, la providencia guía y tutela el viaje de Cariclea y Teágenes. Esto está presente en muchos pasajes de esta obra pero, tal vez, los más paradigmáticos al respecto sean el episodio de la ordalía donde Cariclea es acusada de asesinato y se la condena a arder en la hoguera, sin embargo, tras realizar unas plegarias consigue escapar a las llamas (se trata de una ordalía, de un juicio de los dioses). Otros de los pasajes más claros al respecto son los del oráculo y los del sueño, en concreto, el cuarto sueño (Fernández, 2010: 240-241) donde un águila (metáfora de Teágenes) vuela hacia el destino de esta pareja en los confines de la Tierra, al país de Etiopía. Otro interesante aspecto, es el que realizan Cariclea y Teágenes en el que prohíben los sacrificios humanos pues al dios le molestan y empiezan a realizar plegarias y a utilizar solo incienso. Así, a partir de ahora, estarán prohibidos los sacrificios de animales y la ingesta de vino pues ambos, según la perspectiva shopenhaueriana y nietzscheana de la violencia como hilo conductor de la historia que tiene W. Burkert, representarían la carne y la sangre, una metáfora del sacrificio humano, una ritualización de éste. Esto lo realizan porque se presentan como instrumentos que la providencia utiliza para sus intereses.


Resumiendo, la novela de Heliodoro, de la cual se han vertido ríos de tinta, manifiesta una extremada elaboración y una tremenda complejidad pues alterna recursos de la literatura clásica en una época de transformación, no sólo políticas y económicas, sino en el propio imaginario. Dejando de lado los aspectos meramente formales, podemos ver como la novela destila numerosos aspectos religiosos, escapistas y útopicos, siendo estos dos últimos los que mayormente nos interesan. El fin último de la odisea que viven los amantes es regresar a su país natal, algo que Heliodoro nos dice en mitad de la novela. Este país natal, que es Etiopía, presenta toda una serie de tópicos propios de un lugar ubicado en los confines del mundo que cumple las características de un lugar utópico. Vemos pues, como un lugar común propio de la literatura clásica, se refleja en esta literatura más tardía bajo unos mismos preceptos y cumpliendo una función escapista y de crítica a la sociedad vigente. Así, Etiopía, es un lugar de ancestral sabiduría que lo habitan los más sabios y justos de los hombres ya que, a su vez, los dioses (en este caso Helios-Selene) los tutelan y protegen.

José Ángel Castillo Lozano

Fuente:
HELIODORO, Las Etiópicas o Teágenes y Cariclea. Ed. Gredos. Madrid.1979.

Bibliografía:
CRESPO GÜEMES, E. (1979): “Introducción general”, en HELIODORO, Las Etiópicas o Teágenes y Cariclea. Ed. Gredos. Madrid. pp. 7-61.
FERNÁNDEZ GARRIDO, R. (2010): “Los sueños en la novela griega: Heliodoro” en Emerita, Revista de Lingüística y Filología Clásica (EM) LXXVIII. pp. 231-248.
HIDALGO, M. J. (1988): “Los misterios y la magia en las Etiópicas de Heliodoro” en Studia Historica. Historia Antigua 6, pp. 175-188.
HILTON, J. (1998): “An Ethiopian Paradox: Heliodorus, Aithiopika 4.8” en en HUNTER, R. L. (ed.), Studies in Heliodorus, Cambridge, Cambridge Philological Society, pp. 79-92.
HUNTER, R. L. (1998): “The Aithiopika of Heliodorus: beyond interpretation?”, en HUNTER, R. L. (ed.), Studies in Heliodorus, Cambridge, Cambridge Philological Society, pp. 40-59.
JANNI P. (1987): Il romanzo greco. Guida storica e critica. Ed. Laterza. Roma. pp. 5-26.