sábado, 18 de febrero de 2017

El humor y la parodia del III REICH en el cine de Charles Chaplin



El mensaje que lanza la película viene canalizado a través del humor, en este caso, de la sátira, la caricatura y, en definitiva, de la burla. Este arte de lo satírico, tan bien reflejado en nuestra película, permite a Chaplin pintar las contrariedades del hombre; intención que, en este caso, es al mismo tiempo, loable y peligrosa, al tratarse de la imitación exacerbada de Adolf Hitler. Éste y cualquier individuo, ante su caricatura, puede reconocer y captar mejor que nunca sus defectos y faltas, al ponerse al descubierto las vergüenzas del personaje, que es así entregado al desprecio de la multitud y a sus sarcasmos.


Chaplin pretende así, utilizando este dos medios de masas, el cine y el humor, hacer una crítica mordaz de los totalitarismos, concretamente los fascistas, que por aquel momento estaban. Por contra, Chaplin afirma que si hubiera conocido las atroces acciones que llevaban a cabo los alemanes, no hubiese sido capaz de generar todo lo necesario para producir esta película. Sus palabras exactas fueron: “Si hubiera tenido conocimiento de los horrores de los campos de concentración alemanes no habría podido rodar. El gran dictador: no habría podido burlarme de la demencia homicida de los nazis; no obstante, estaba decidido a ridiculizar su absurda mística en relación con una raza de sangre pura”. Por ello, Chaplin quiere lanzar esta vez el mensaje de la importancia que tiene la historia como elemento influyente en nuestra vida diaria, por lo tanto no quiere escapar a ella o mostrar desinterés hacia tales problemas, ni por supuesto negar el proceso histórico, sino al contrario, afirmarlo con total rotundidad, para que quede más clara que su defensa de la lucha entre el fascismo y la democracia es una lucha por la justicia, por la lógica histórica, por la felicidad de su pobre barbero, de la que estaba tan escaso y de la que se le quiere sustraer totalmente.






Este mensaje viene en su mayor parte concentrado de forma magistral al final de la película, un final de evidente optimista, en el que Chaplin, después de haberse quitado la máscara de Hitler, pronuncia un discurso cargado de entonaciones humanas, angustia e inquietudes. Se trata de una auténtica “homilía”, de una “apelación a los hombres” que resume las ideas de Chaplin, sus aspiraciones y su deseo de una humanidad libre y dichosa. En la pantalla, este mensaje al mundo dura seis minutos, y, con él, el director pretende sustituir a la obra y a su intriga, del mismo modo que sustituye por su propia persona la del personaje. Por ello, en este momento, la ideología “chapliniana”, si se me permite la terminología, prevalece sobre su arte al convertirse el antes creador en orador. Con ello, el artista, tal y como afirmó el gran realizador soviético Pudovkin, “quiere mostrar, del modo más claro, el noble fin a que tendía” De esta forma, Chaplin, en la última escena, hace del pobre hombre que tanto tiempo le acompañó un héroe, que ahora no solamente combate para vivir o llevar una existencia de gentleman como en tiempos anteriores, sino por algo más elevado, por el derecho del hombre a vivir como hombre, es decir, al derecho de que se respete su dignidad y libertad como tal, y por ende, su felicidad, cuestiones todas ellas que se estaban viendo subyugadas por la opresión totalitaria del régimen nazi. Este último acto del barbero, lo hace encontrarse con sí mismo, con su voz y su pensamientos, transformándose en la cabeza de una idea social, en paladín de los grandes ideales de la humanidad. Por ello, por primera vez en la creación “chapliniana” se insinúa el tema heroico, el tema de la lucha por modificar el curso de la historia.
Además, Chaplin agrega a la aventura (como siempre conmovedora, ridícula y pavorosa) una nueva sensación y es que, esta vez, las desgracias de su personaje, en este caso, judío, no son personales, sino comunes a toda su raza y a toda la humanidad. Por primera vez, Chaplin va más allá de su pequeño protagonista ya que la lucha por la conquista de un modesto bienestar, se transforma en historia trágica de todo un pueblo, haciéndonos ver además los motivos que originan dicha tragedia de la permanente infelicidad en un enemigo que personifica en sí mismo todo aquello que oprime y mata al hombre. Este enemigo es el fascismo, es Hitler y cuidado porque como dijo Bretch (y está volviendo a pasar): "la fiera que dió luz a la bestia, vuelve a estar en celo".